Universalmente admiradas, Pussy Riot
(o PR en resumen) han sido
presentadas como superestrellas. ¿Pero
que son? No son un grupo rock o
punk. Un periodista británico se
asombraba: no producen música, no
pintan, nada, rien, nothing. ¿Cómo
puede describírselas como artistas?
Esto no deja de ser una severa
prueba para sus partidarios, pero la
han superado con buena nota: ese
famoso amante del arte, el
Departamento de Estado
estadounidense ha pagado por su
primer single, siendo producido por
The Guardian a partir de ciertas
imágenes y sonidos.
Podemos soportar obscenidad y
blasfemia; soy un gran admirador de
Notre Dame de Fleurs de Jean Genet,
que combina ambas. Sin embargo, PR
nunca ha escrito, compuesto o
pintado nada de valor. Chris
Randolph las ha defendido en
Counterpunch comparándolas con el
“controvertido Yegor Letov”. Que
comparación más confusa. Letov
compuso poesía, llena de
obscenidades pero aún así poesía,
mientras que las PR no han hecho
nada excepto Relaciones Públicas.
Buenas en la publicidad pero sin
talento artístico, tres jóvenes
rusas decidieron — la verdad es que
parece un rima burlesca. Robaron un
pollo congelado de un supermercado y
lo emplearon como consolador;
filmaron el acto, lo llamaron “arte”
y lo colgaron en la red. (Ahí está
aún). Sus otras realizaciones
artísticas fueron una orgía en un
museo y una vulgar presentación de
un pene erecto.
Incluso en esas dudosas obras de
arte su papel fue el de equipo
técnico; la gloria se la llevo un
artista ruso israelita Plucer Sarno
de Mevasseret Zion, que reclamó como
propia la idea, el diseño y el
copyright y ganó un gran premio ruso.
Las futuras miembros de PR no
obtuvieron nada y fueron descritas
por Plucer como “unas paletas
ambiciosas a medio formar”, o cosas
peores.
Últimamente se han intentado subir
al tren de la lucha política. Otro
fracaso. Lanzaron un montón de
obscenidades sobre Putin, en la
Plaza Roja, en estaciones de metro,
con un efecto cero. No fueron
arrestadas, no fueron multadas,
sencillamente expulsadas como
molestas. Y no atrajeron la atención
de la gente. Es importante recordar
que Putin es un enemigo confeso de
los oligarcas rusos, los
propietarios de la mayor
concentración de prensa rusa y
patrocinadores de los literatos de
Moscú, así que estos imprimen de
forma diaria tantos ataques anti
Putin que estos han perdido su
efecto chocante. No puedes inventar
un nuevo ataque contra Putin, porque
ya ha sido dicho y publicado. Y
Putin prácticamente nunca interfiere
con la libertad de prensa.
Mis
amigos periodistas extranjeros se
sienten extrañados ante la
unanimidad y ferocidad de la campaña
anti Putin. Puede compararse con los
ataques contra G.W.Bush en la prensa
liberal americana, pero en los
Estados Unidos hay numerosos
periódicos conservadores que
apoyaron a Bush. Putin carece
prácticamente de apoyo en la gran
prensa, toda ella propiedad de los
barones de las comunicaciones. Una
valiosa excepción es la TV, pero es
expresamente apolítica y da sobre
todo diversión fácil, de nuevo
presentada por activistas anti Putin
como Xenia Sobtchak. Así PR falló
estrepitosamente en despertar a la
fiera.
Eventualmente las jóvenes marimachos
se movilizaron para un ataque contra
la Iglesia. En aquel momento estaban
ya dispuestas a hacer cualquier cosa
por un poco de publicidad. Y la
campaña anti iglesia comenzó hace ya
algunos meses, de súbito, como si
alguien lo ordenase. La Iglesia Rusa
ha tenido veinte años de paz,
recuperándose tras el periodo
comunista, y se vio sorprendida por
la ferocidad del ataque.
Aunque este tema merece una más
amplia exposición, seamos breves.
Tras el colapso de la URSS, la
Iglesia quedó como la única fuerza
partidaria de la solidaridad en la
vida rusa. Los gobiernos de Yeltsin
y Putin fueron tan materialistas
como los comunistas; predicaban y
practicaban un darvinismo social del
tipo neoliberal. La Iglesia ofrecía
algo más aparte de las riquezas de
la tierra. Los rusos que habían
perdido la cola solidaria
previamente facilitada por los
comunistas se unieron alegremente a
la alternativa facilitada por la
Iglesia.
El
gobierno y los oligarcas trataron
bien a la Iglesia, ya que la Iglesia
tenía una fuerte tendencia
anticomunista, y los propietarios
seguían teniendo miedo de los rojos
que dirigían a los que nada tenían.
La Iglesia floreció, muchas bellas
catedrales fueron reconstruidas,
muchos monasterios resurgieron tras
décadas de decadencia. La iglesia
con su nuevo poder se convirtió en
una fuerza que daba coherencia a
Rusia.
A
medida que se fortalecía, la Iglesia
comenzó a hablar en defensa de los
pobres y los desposeídos; los
comunistas reformados dirigidos por
el devoto Gennadi Zuganoz,
descubrieron una forma de hablar a
los creyentes. Un conocido
economista y pensador, Micharl
Khazin, predijo que el futuro
pertenecía a un nuevo paradigma de
Cristiandad Roja, algo parecido al
pensamiento inicial de Roger
Garaudy. El proyecto rojo cristiano
es una amenaza a las élites y una
esperanza para el mundo, escribió.
Además, la Iglesia adoptó una
posición rusa y antiglobalista.
Esto
probablemente aceleró el ataque,
pero era sólo una cuestión de tiempo
que las fuerzas globales
anticristianas dieran un paso al
frente y atacasen a la Iglesia Rusa
como habían atacado a la Iglesia
Occidental. Cuando Rusia entró en la
Organización Mundial de Comercio y
adoptó costumbres occidentales, tuvo
que adoptar la secularización. Y de
hecho la Iglesia Rusa fue atacada
por fuerzas que no quieren que Rusia
este unida: los oligarcas, las
grandes empresas, los señores de la
prensa, la intelectualidad pro
occidental de Moscú, y los intereses
occidentales que naturalmente
prefieren una Rusia dividida contra
sí misma.
Esta
ofensiva contra la Iglesia comenzó
con algunos problemas menores: la
prensa se puso pesada sobre el caro
reloj del Patriarca, un regalo del
entonces Presidente Medvedev. El
fervor antirreligioso era claro
entre la oposición liberal que se
manifestó contra Putin antes de las
elecciones y necesitaba otro caballo
que azotar. Uno de los principales
activistas anti Putin Viktor
Shenderovich dijo que comprendería
que los sacerdotes ortodoxos rusos
fueran asesinados como en los años
20. Y otra figura visible entre los
quejicas liberales, Igor Eidman,
exclamó “exterminar a las alimañas”
–a la Iglesia Rusa– en los términos
biológicos más vulgares.
El
supuesto organizador de PR, Marat
Gelman, un coleccionista ruso judío
de arte, ha sido relacionado con
varias acciones de arte
anticristiano con anterioridad, que
implicaban la destrucción de iconos,
enemas en forma de iglesias. Su
problema, y el de PR, era que era
muy difícil provocar una reacción de
parte de la Iglesia. PR hizo dos
intentos para provocar la
indignación pública en la segunda
catedral de Moscú, la vieja catedral
de Elochovsky; las dos veces fueron
expulsadas pero no arrestadas. La
tercera vez, lo intentaron más
insistentemente; fueron a la
Catedral del Santo Salvador, que fue
demolida por Lazar Kaganovich en los
treintas y reconstruida en los
noventas; añadieron más blasfemia
del tipo más obsceno y aún así se
las permitió abandonar el lugar en
paz. La policía hizo lo que pudo
para evitar arrestar a los
marimachos, pero no les quedó otra
elección después de que PR colgase
un video de su aparición en las
catedrales con una banda sonora
obscena.
Durante el juicio, la defensa y
los acusados hicieron lo peor para
enemistarse con la juez,
amenazándola con la cólera de
Estados Unidos (sic) y vociferando
desafiantemente discursos
anticristianos llenos de odio. La
juez no tuvo más remedio que
encontrar a las acusadas culpables
de un crimen de odio (gamberrismo
con el odio religioso como motivo).
La persecución no acusó a las reas
con un crimen de odio más serio “con
la intención de atacar a la religión”,
aunque probablemente podría haber
logrado que funcionase. (Hubiera
provocado una sentencia más dura;
los que pintan esvásticas acusados
con intentar causar conflictos
reciben cinco años de cárcel).
La sentencia de dos años es
acorde con las prácticas
prevalecientes en Europa. Por
afirmaciones más tímidas contra los
judíos, los países europeos
habitualmente sentencia a los
culpables a sentencias de dos a
cinco años de prisión ante la
primera ofensa. Los rusos aplican
leyes contra los crimines motivados
por el odio a aquellos que ofenden
la fe cristiana y está es,
probablemente, la diferencia rusa.
Los rusos han probado que se
preocupan por Cristo tanto como los
franceses por Auschwitz, y esto ha
sorprendido a los europeos, que
aparentemente pensaban que las
“leyes contra el odio” deben ser
aplicadas únicamente para proteger a
judíos y gays. Los gobiernos
occidentales piden más libertad para
los rusos contrarios al cristianismo,
mientras se la niegan a los
revisionistas del Holocausto en su
seno.
La oposición Anti Putin ha
corrido a apoyar a PR. Un líder
carismático de la oposición, el
poeta Eduard Limonov escribió que la
oposición se equivoca apoyando a PR,
porque se enemista con las masas; el
cisma entre las masas y la oposición
crece. Pero su voz era un grito en
el vacío, y el resto de la oposición
se unió alegremente a la causa PR,
intentando convertirla en un arma
contra Putin. Putin pidió clemencia
para PR, y el gobierno se sintió
embarazado por el asunto. Pero no
les quedó otra elección, los
organizadores invisibles detrás de
PR querían que los marimachos
acabasen en la cárcel, y lo
consiguieron.
Comercialmente les tocó el gordo.
Con el apoyo de Madonna y el
Departamento de Estado es probable
que dejen la cárcel listas para una
gira mundial y fotos en la Casa
Blanca. Han registrado su nombre
como marca comercial y han comenzado
a otorgar franquicias. Y sus
competidores, el grupo Femen (cuyo
arte consiste en enseñar las tetas
en sitios poco usuales) han
intentado ganar a PR cortando una
gran cruz instalada en memoria de
las víctimas de Stalin. Ahora el
cielo es el límite.
En agosto durante la temporada de
vacaciones, cuando no hay muchas
noticias serias y los lectores de
los periódicos están en la playa o
el campo, el juicio de las PR
facilitó suficiente diversión para
hombres y bestias. Con un poco de
suerte desaparecerá de la agenda al
final de la temporada, pero no
apostaría a favor de ello.
Israel Shamir informa desde Moscú